Fue el escalador francés Antoine Le Menestrel quien abrió y realizó la primera ascensión de la ya mítica “La rosa y el vampiro” en el año 1986 en lo que fue el epicentro de la revolución de la escalada deportiva de aquellos años: las paredes de Buoux.
Los años 80 marcaron profundamente la evolución de la escalada deportiva. En Francia, toda una sucesión de vertiginosas ascensiones y escaladas en tenaz búsqueda de la alta dificultad, desarrolladas en medio de un clima de máxima “efervescencia escaladora” y de vivas polémicas por la utilización de seguros fijos o la apertura de vías desde arriba, tuvo como consecuencia que durante esos años Buoux fuera el “centro del mundo” para escaladores procedentes de todas partes.
Ubicada en el desplome del sector Bout du Monde, «La rose et Le Vampire» fue una línea adelantada a su tiempo no solo por la dificultad, pues fue el primer 8b del sur de Francia y uno de los primeros del mundo, sobre todo por su característico y estético movimiento de cruce de manos que quedó grabado en la retina colectiva de los escaladores.
La actitud creativa de entonces permitió a Antoine Le Menestrel descubrir el “croisé de la rose” y del que comentó:
El brazo izquierdo va tan lejos a buscar una presa a la derecha que obliga a la cabeza a ponerse bajo el brazo derecho; este movimiento me giraba la cara hacia el espacio y el mundo que me rodeaba. Con este nuevo movimiento, descubría otra dimensión de la escalada, presentaba mi futuro oficio de artista de la altura.
Nuestra práctica de la escalada evoluciona sin cesar, y la riqueza de nuestra actividad es la diversidad de los enfoques, cada uno con su vía.