Ningún juicio hacia el agarre ayuda al escalador. No hay presas malas y buenas, sino útiles o inútiles. Si sirven, seguiremos hacia adelante, sino caemos.
La cuestión es ¿dónde está el foco de atención cuando una presa no me gusta?
En un pensamiento que dice: «no me quiero caer» o en «quiero ser efectivo». El escalador está distraído por la posibilidad (que se genera en la mente) de caída.
Lo adecuado sería mantener la atención en el movimiento y permitir al cuerpo que experimente el agarre. El resultado (si caigo o no) dependerá de cuestiones físicas o técnicas, pero no de una suposición mental…
Arno Ilgner