«Normalmente, el paso del tiempo va asentando la cotación que corresponde a cada vía. Pero en el caso del octavo el asunto se complica por dos razones. Primero, porque muy poca gente repite estas vías, por lo que no es posible contrastar opiniones.
En segundo lugar, en la cresta de la ola se acentúan las rivalidades, y del mismo modo que ello produce frutos positivos, pues el juego se hace más estimulante, también se propicia el florecimiento de los demonios de la pasión, cuando la honesta intención de estimar el grado correcto de una vía se ve debilitada por rencores, envidias o inconfesables deseos de figurar.
A este nivel es grande el peligro de que la propia visión de la realidad se vea alterada, haciendo que, sin darnos cuenta, caigamos en la trampa de las decotaciones injustificadas o de las sobrevaloraciones gratuitas.
Parece que el grado es una parte inevitable de la escalada. Lo importante entonces será cómo tomárselo. En esto quizás haya algo que aprender de los “veteranos” de la escalada deportiva. Aquellos que llegaron desde la escalada clásica y tuvieron que soportar tantos ataques e incomprensiones en su propia carne.
Aquellos que siempre han estado rompiendo barreras y apostando fuerte, se destacan ahora por la serenidad y la tolerancia. Sonríen cuando alguien les dice que han decotado su vía, y eso no significa que haya decaído su amor por la escalada, seguramente ahora sea más intenso que nunca. La pura escalada es su último motivo y de una forma natural asientan la rivalidad con los demás escaladores sobre la camaradería que se deduce de estar participando en la misma aventura».
Texto de Alfonso Vizán, abril 1992 (publicado en la revista Desnivel nº 72).
Cámbiese “octavo” por “noveno” y el texto tiene plena vigencia, casi 30 años después.
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Foto: Patxi Arocena en “El sicario”, Escalete, propuesto como el primer 8c de España en 1990, posteriormente decotado a 8b+ 📷 @dariodesnivel.